Los Siete Ángeles de las Siete Trompetas
Los
siete ángeles que tenían las siete trompetas se
dispusieron a tocar
(Ap.8,6).
Las trompetas
simbolizan los avisos con los que Dios siempre nos está
llamando. Siempre nuestro Señor nos ha estado avisando,
a través de la historia, y nos sigue hoy llamando para
que sigamos su Palabra y no nos perdamos. Siempre hay
algo que nos avisa, una luz que de pronto se enciende en
nosotros, quizás alguien que nos habla y nos
sorprendemos al darnos cuenta de que eso es lo que
esperábamos oír,
de que se nos ha dado la respuesta a un interrogante que
teníamos pendiente, y que no es por casualidad. Siempre
hay una luz que se enciende en nuestro interior si
nosotros queremos ver, si queremos oír lo que Dios
quiere decirnos.
Todos sabemos que los ángeles son mensajeros porque son
portadores de mensajes. Los
siete ángeles
que nos avisan con sus
siete trompetas,
no se quedan en un privilegio para unos pocos que hayan
tenido o tengan el don de visiones. Dios avisa a todos.
Dios no abandona a nadie.
En esta visión, los siete ángeles llevan además sus trompetas. No están hablando al oído sino que traen avisos para todos, por eso lo pregonan con sus trompetas. Anuncian para toda la humanidad como el resto del Apocalipsis. Esos avisos, en general, nos advierten de cómo hemos de vivir para no tropezar en el camino; de cómo hemos de vivir, de mirar, para que vayamos seguros y sin desviarnos a nuestra meta, en este retorno a la Casa del Padre. ¡Cómo nos cuida nuestro Padre, con qué Amor su Providencia divina nos va guiando cuando nos dejamos guiar! El mismo Jesús dice: “Lo que oís al oído, proclamadlo desde los terrados” (Mt.10,27). Está escrito: “Él enviará a sus ángeles con sonora trompeta, y reunirán de los cuatro vientos a sus elegidos, desde un extremo de los cielos hasta el otro (Mt.24,31). Y es que como anuncia el profeta Joel un día todos profetizarán (Jl.3,1).
Todo lo que podamos recibir ha de estar siempre sometido a la Palabra que Cristo nos enseñó. Es importante el discernimiento para no dejarnos engañar, pues el mismo Luzbel puede vestirse de ángel de luz para engañar (2Cor.11,14). Por esto dice Pablo: “Examinad las profecías y quedaos con lo bueno” (1Tes.5,20-21).
Hoy
los ángeles que se muestran en este Apocalipsis, aportan
todos ellos verdad para la salvación. También nos
advierte que hemos de examinar si los espíritus vienen
del Señor (1Jn.4,1-3).
De esto nos
habla la carta a los hebreos en los capítulos I y II:
“¿Y a qué ángel dijo alguna vez: Siéntate a mi diestra
hasta que ponga a tus enemigos por escabel de tus pies?
¿Es que no son todos ellos (los ángeles) espíritus
servidores con la misión de asistir a los que han de
heredar la salvación?”
Los ángeles, pues, son los mensajeros, ya sea a través de personas como instrumentos, de una forma natural, inspiradas, o ya sean mostrados a través de una visión celestial. Siempre el ángel simboliza la voz de Dios. Quien es portador de un aviso, es sólo un instrumento de Dios. Así lo decía la madre Teresa de Calcuta: “No ha de importarnos el instrumento a través del cual Dios nos habla, sino lo que nos dice”. Es lo que nos cuenta San Juan en este Apocalipsis, cuando él quiso adorar al ángel de la visión y éste le dice: “No, cuidado; yo soy un siervo como tú y como tus hermanos que mantienen el testimonio de Jesús. A Dios tienes que adorar. El testimonio de Jesús es el espíritu de profecía” (Ap.19,10). Es como si le dijera: Lo importante es lo que te digo.
Y ha de ser tan maravillosa una visión celestial, que esta experiencia del profeta vuelve a repetirse, y él adopta la misma actitud, y también el ángel le responde casi con las mismas palabras: “Yo soy un siervo como tú y como tus hermanos los profetas, y los que guardan las palabras de este libro: A Dios tienes que adorar” (Ap.22,8-9). Es Cristo el Camino, la Verdad y la Vida. A Él la adoración.