La Sexta Trompeta Está Sonando

 

  •  Tocó la Primera Trompeta


     

    Aviso a los No Creyentes

              Tocó el primero su trompeta, y fueron arrojados sobre la tierra pedrisco y fuego mezclados con sangre (Ap.8,7).

     

             Los ángeles son portadores de la Verdad, y es la Verdad lo que nos trae también este primer ángel. La Verdad es la Luz para que veamos que Dios Es, y que nos demos cuenta de todo aquello que no está alejando de Él

    Si nos acercamos a escuchar lo que Dios quiere decirnos, lo primero que sentimos es nuestra pequeñez, nuestra miseria, nuestros errores, nuestros pecados, toda nuestra maldad. Y eso nos duele. Por eso cuando el ángel hace sonar su trompeta, cuando el ángel da su aviso, cuando se recibe su aviso, se produce pedrisco. Y eso quiere decir que nos duele como si cayeran sobre nosotros piedras; pero aquí no se refiere a que caigan piedras sobre nuestro cuerpo, sino que nos duele en nuestra alma, como si cayeran piedras sobre nosotros. Es el dolor que nos produce el ver lo que tenemos de maldad en nosotros. Sin embargo, es un primer paso para volver a Él. Es el arrepentimiento.

    Este aviso no se queda en el dolor de esta experiencia, sino que también hay fuego, fuego es el Amor inmenso que viene de Dios. Cuando escuchamos la Verdad que nos da el ángel, sentimos el Amor y ternura de Dios, pues sus avisos son para acercarnos a Él. Si esta cercanía de Dios es recibida por nosotros y nos entregamos a Él, pidiendo que nos purifique de nuestras maldades, entonces es un encuentro gozoso, y la primera trompeta habrá conseguido su objetivo porque para eso es enviada.

    Cuando la Verdad que nos llega no es recibida, cuando el fuego, el Amor, es rechazado, cuando en vez de pedir perdón a Dios por toda la maldad que podamos descubrir en el corazón, nos quedamos sólo en el dolor, entonces ese dolor, ese pedrisco, en vez de causar un dolor que libera, produce un dolor que mata. Es la rebeldía, como en el caso de Judas Iscariote. Por esto se dice aquí que fueron arrojados sobre la tierra pedrisco y fuego mezclados con sangre. La sangre es símbolo de la muerte. La Verdad que trae esta trompeta y que pudo salvarlos, los condena por no recibirla. Dice Jesús: “El que no está conmigo está en contra de mí” (Lc.11,23).   

              Se dice que este pedrisco y fuego mezclados con sangre fueron arrojados sobre la tierra. La tierra representa aquí al estado en que se encuentran los que todavía están lejos de Dios. En el relato de la creación dice: "Y llamó Dios a lo seco tierra". Si seco es lo que carece de vida, en sentido espiritual es lo que carece de la Vida en Dios. Y esta trompeta está avisando a todos los que están entregados al mundo, para que reciban la Verdad y la vivan (Lc.11,23). (En la segunda trompeta se hablará del mar y su significado). Muchos escuchan el aviso de esta primera trompeta. Por eso se dice:

     

    Esta primera trompeta se refiere pues, a los que no creían, de los que una parte escucharon y se convirtieron: son los llamados. La segunda trompeta se referirá a los fieles, a los creyentes, y la tercera a los elegidos, conforme iremos viendo a continuación. Llegar a ser de los elegidos es lo máximo que podemos aspirar aquí. “Revestíos pues como elegidos de Dios, santos y amados” (Col.3,12).

     

       


     




  • Y se quemó la tercera parte de la tierra, la tercera parte de los árboles y toda la hierba verde (Ap.8,7).

    Porque escucharon el aviso de esta primera trompeta, una tercera parte de esa tierra seca (de los que vivían en el mundo, alejados de Dios) se convierte; quedan abrasados, mueren a lo que ellos eran, su vida anterior, para vivir ya en Dios. Ésa es la tercera parte de la tierra que se quemó. Son todos aquéllos a los que el poder de la Verdad que trae el ángel, y el fuego del Amor, los ponen en camino de salvación; porque quedar quemados quiere decir que todo lo anterior desapareció en ellos y una Vida nueva comienza. Es el fuego del Amor que purifica. Continuando con este símil:

              Igual que en la parte seca hizo Dios en aquel tercer día de la creación que creciera vegetación: hierbas, árboles... también el alma seca de los que viven lejos de Dios puede un día abrirse y recibir la lluvia de la gracia, de la Palabra, y brotar hierba verde, árboles, que vivan y den frutos.

    Esos árboles simbolizan a todos aquéllos en los que brotó la Vida en Dios. Quiere decir, que en su tierra seca, en su alma estéril, brota la Vida que los hace crecer, que da frutos y semillas. Referido a nuestra vida espiritual significa que si crecemos en la Vida en Dios, damos frutos, obras de amor, por las que otros también pueden nacer a la Vida en Dios, que sería la semilla que se siembra. Pero de todos ésos que viven en Dios, que han recibido de Dios lo que les haría dar frutos, no todos se salvan; sólo una tercera parte queda quemada, sólo una tercera parte se salva. Ésos son los representados aquí como la tercera parte de los árboles que se quemó.

    En cambio se dice que toda la hierba verde se quemó. Toda la hierba verde se refiere a la Vida en Dios que brota espontánea en todas las almas sencillas, como brota la hierba, desde lo más simple, insignificante, lo más pequeño. Éstos son esos hombres o mujeres, sencillos, humildes, que reciben como niños la Verdad, y que son abrasados fácilmente por el fuego del Amor. Son todos los que despertaron a la Vida en Dios. Dice el Señor: “¿En quién me fijaré? En el humilde y contrito que tiembla a mi Palabra” (Is.66,2). Ésos que tiemblan ante la Palabra, ante estos avisos del ángel, son los sencillos, la hierba verde.

    Mientras todos los sencillos se salvan, quedan abrasados, en contraste, la tierra (los que vivían alejados de Dios) y los árboles (los que germinaron y recibieron la Vida en Dios) se salvan de ambos, sólo una tercera parte. Es asombroso ver que los árboles, en vez de salvarse todos como se dice de la hierba verde, sólo se salva una tercera parte; los otros dos tercios se pierden. ¿Son acaso los que no dan fruto, como el caso de aquella higuera estéril? (Mt.21,19).

    Hemos de pararnos ante el aviso de esta trompeta. En general, todos éstos que aquí se salvan, son los que vivían en la vida del mundo, y que se dejan abrasar, llenar de la llamada de Dios. Digamos que éstos son los no creyentes, que en un momento se abren y reciben la gracia de la conversión y salvación; son los llamados que responden a la llamada de Dios; porque otros no responden. Son los testigos de la Verdad: “El Cordero como es Señor de señores, y Rey de reyes los vencerá en unión de los suyos, los llamados, y elegidos y fieles” (Ap.27,14).


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     LA SEXTA TROMPETA ESTÁ SONANDO
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