Experiencia Mística del Profeta
Después
vi a otro ángel poderoso que bajaba del cielo envuelto en
una nube. Un arco iris rodeaba su cabeza; su rostro era como
el sol, y sus piernas parecían columnas de fuego (Ap. 10,1).
Siempre
que se habla de una nube, simboliza que algo está velado. El
profeta aquí no puede ver todo el esplendor de la gloria que
porta el ángel. Él ve desde su limitación humana. Pero ve
que es algo sobrenatural, bello, como lo simbolizan los
colores del arco iris,
y la luz que irradia el rostro del ángel, lo mismo que
sus piernas parecían columnas
de fuego, que expresan el
fuego del amor que siempre sostiene todo lo que nos viene de
Dios y nos relaciona con Él. El mensaje que trae éste ángel
está en el librito
que lleva en su mano:
En la
mano tenía un librito abierto. Puso el pie derecho sobre el
mar y el izquierdo sobre la tierra
(Ap.10,2).
El libro es la Verdad, la Verdad que hemos de vivir y todo
lo que habrá de comunicar el profeta, como veremos después.
La Verdad que es para todos, como lo confirma la posición
del ángel que puso el
pie derecho sobre el mar y el izquierdo sobre la tierra.
El mar,
hemos visto ya con la
tercera
trompeta que simboliza el medio,
el estado de los que viven la Vida en Dios aquí, los
creyentes, y la tierra
conforme vimos también en la segunda trompeta, los que viven
la vida del mundo, los no creyentes. El ángel trae su
mensaje y el fuego del amor hasta todos, para todos, y lo
hace con fuerza, con ímpetu,
como ruge un león.
Y dio un
grito tan fuerte que parecía el rugido de un león. Entonces
los siete truenos hicieron oír su fragor
(Ap. 10,3).
Y ese esplendor que él ha visto, esa fuerza con la que se le
presenta el mensaje, cala hondo en el profeta y se estremece
su interior, como aquí se dice, comparándolo con los siete
truenos hicieron oír su
fragor.
El fragor
es el crepitar del fuego interior.
Y son siete truenos,
para decirnos que es el ruido perfecto en el interior del
profeta. El siete simboliza lo perfecto. No es un ruido que
le asuste. Él ha captado perfectamente lo que el ángel le
trae.
Y este ruido ha sido consecuencia de la Luz, que como el
rayo ilumina y trae el fuego, que traspasa, fulmina, quema.
Es la experiencia mística del encuentro con la Luz y el
fuego (con la Verdad y el Amor). Y esta experiencia es lo
que el profeta quiere escribir, pero el ángel le advierte:
Una vez
que hablaron los siete truenos, estaba yo por escribir, pero
oí una voz del cielo que me decía: “Guarda en secreto lo que
han dicho los siete truenos, y no lo escribas”
(Ap.10,4).
Lo sella en su corazón, pero no ha
de escribirlo. La experiencia mística, es algo tan grande
que aunque se explique, otro no podrá entenderla. Es una
vivencia que no se puede transferir. Es algo que no hay
palabras para contarlo. Y por esto el ángel dice que no lo
escriba. La experiencia mística, que es el encuentro gozoso
con Dios, es un paso imprescindible para recibir el mensaje.
El mensaje, que es la misión fundamental que trae el ángel.
Por esto todo profeta debe dejar de alardear de sus
experiencias místicas, y ver
Este
ángel trae un aviso muy importante. Y es que esta sexta
trompeta, que hoy ya está sonando, es el último aviso
para los que quieran convertirse, pues cuando suene ya
la última trompeta, la séptima trompeta, ya no habrá
tiempo. Será entonces la ejecución definitiva de la
justicia divina, el momento final. Por esto este ángel
ruge como un león,
y apremia y jura
con estas palabras:
El ángel que yo había visto de pie sobre el mar y sobre
la tierra levantó al cielo su mano derecha y juró por el
que vive por los siglos de los siglos, el que creó el
cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, y
dijo: “¡El tiempo ha terminado! En los días en que hable
el séptimo ángel, cuando comience a tocar su trompeta,
se cumplirá el designio secreto de Dios, tal y como lo
anunció a sus siervos los profetas”
(Ap. 10,5-7).
Así pues, lo importante para el
profeta es el mensaje, lo que ha de profetizar, misión
maravillosa y dura, como se dice aquí a continuación.